1
Es abrazar la idea de que la alimentación debe estar ligada al goce, al placer y a la convivencia con los seres amados, y alejada de la culpa, la vergüenza y la restricción.
2
Es comprender que los buenos hábitos de alimentación tienen repercusión en muchas áreas de nuestra vida, que no se relacionan con un cambio en el tamaño del cuerpo.
3
Es celebrar la diversidad corporal asumiendo que la salud es posible en todas las tallas, eliminando los prejuicios y estigma a que son sometidos los cuerpos de mayor tamaño en nuestra sociedad.
4
Es liberarse de mitos y tabúes con respecto a alimentos milagro, fórmulas mágicas y alimentos satanizados.
5
Es entender que la alimentación constituye uno más de los numerables factores que contribuyen a la salud y el bienestar, y que depositarle una mayor carga de la que tiene termina por generar ansiedad, culpa y desconcierto.
6
Es concientizar que los comentarios y actitudes que tenemos hacia nuestro cuerpo repercuten en la forma en que nuestr@s hij@s miran los suyos.