La persecución del cuerpo ideal: El camino sin fin

 

El mensaje estaba ahí desde el momento en que empezamos a tener uso de razón: Con apenas 3 o 4 años, quienes crecimos en la cultura occidental, comenzamos a darnos cuenta que aquellas esbeltas princesas de Disney eran siempre las que, por medio de su belleza,  lograban conquistar al apuesto príncipe que llegaba a su rescate. Estas princesas, así como muchas de las muñecas con que jugamos nuestros primeros juegos, tenían siempre delgadas siluetas, de forma que desde entonces empezamos a introyectar la idea de  que la belleza viene a este mundo en un solo tamaño. Conforme fuimos creciendo, fuimos descubriendo en infinidad de imágenes publicitarias y películas de Hollywood, que lo que percibimos de pequeñas era cierto: las mujeres bellas, exitosas y felices son siempre flacas.

 

Esta idea de que existe un tipo de “cuerpo ideal” no es más que una narrativa dominante, emitida desde las cúpulas de la industria de la moda y la belleza que tienen una estrategia mercadológica más que eficiente: Promovemos primero en ti la vergüenza corporal, presentándote imágenes inalcanzables y haciéndote sentir que tu cuerpo está defectuoso. Una vez que lo logramos, te vendemos el supuesto producto o servicio que te permitirá “corregir” esas imperfecciones para llegar a ese tan ansiado cuerpo ideal. Te haremos creer también que alcanzarlo dependerá exclusivamente de ti, y que si no lo logras (y créeme, no lo lograrás) será por tu culpa, porque no te esforzaste lo suficiente. De esta forma, estarás siempre dispuesta a intentarlo una vez más y a sumergirte en esta eterna lucha por alcanzarlo.

 

Los cuerpos por naturaleza vienen en tamaños diversos. Pretender que todos los cuerpos deben amoldarse a un único molde es tan absurdo como pensar que existe un color de piel ideal, una estatura ideal o una talla de zapato ideal. El peso y tamaño del cuerpo de una persona depende de un sinnúmero de variables, muchas de ellas genéticas y fuera de nuestro control. Luchar contra  el tamaño de nuestro cuerpo es en gran medida, luchar contra nuestra naturaleza.

 

Es cierto que podemos reducir el tamaño de nuestro cuerpo por medio de las dietas, pero esto, en la enorme mayoría de los casos, será solo temporal. Esta documentado que el 95% de las personas que pierden peso por medio de dietas lo recuperan, y de estas, dos terceras partes suben aún más. Si las dietas funcionaran en el largo plazo, ¿por qué nos veríamos en la necesidad de iniciar una nueva cada tanto?

 

Diversos estudios sugieren que la insatisfacción corporal está presente en más del 80% de las mujeres, y esta sensación de no tener el cuerpo adecuado se asocia con mayores índices de depresión, mayor incidencia de conductas alimentarias de riesgo y mayor riesgo de presentar un Trastorno de la Conducta Alimentaria.

 

Empezar a mirar las cosas desde otro ángulo no es fácil. Desafiar muchas de las creencias que se nos han inculcado y que hemos traducido en verdades absolutas requiere de un intenso trabajo. Empezar a enfrentar nuestros propios prejuicios puede ser doloroso, y darnos cuenta de cuánto tiempo, dinero y energía hemos invertido a un proyecto que no tiene el final que nos prometieron puede generarnos mucho enojo. Sin embargo, somos sólo nosotras quienes podemos comenzar a hacer este cambio.

 

Tu cuerpo, es el único lugar del que nunca podrás escapar. Puedes pasar la vida despreciándolo, escondiéndolo o intentando modificarlo, pero seguirás en él hasta el último de tus días . Hacer las paces con él requiere de valor y coraje, pero sí que vale la pena.